1. Para el psicólogo lo importante es el rumbo de vida del paciente
Cuando un paciente viene a visitarme a la consulta algo que siempre le pregunto es: “¿Hacia dónde quieres dirigir tu vida? ¿Cómo te gustaría verte dentro de dos o cinco años?”.
Creemos que el proyecto vital de la persona es algo muy importante y valioso que tenemos que cuidar en terapia. Qué es importante para esa persona, cuáles son sus prioridades y hacia dónde quiere dirigirse es algo que va más allá de su malestar actual.
Si la vida fuese como un viaje en barco por el mar entenderíamos que a veces, durante la navegación, hay tramos más calmados y otros donde las olas son más grandes y que todas estas experiencias forman parte de la travesía.
2. Usamos los valores como brújula
Todo viaje necesita una brújula, sobre todo en los momentos en los que la persona se siente perdida y necesita volver a encontrar su rumbo. En terapia son los valores los que van a guiar por dónde la persona podría ir.
Los pequeños pasos u objetivos que se marca una persona son importantes, pero tienen un principio y un final, pueden conseguirse o no. Sin embargo, los valores no se completan nunca y, como el horizonte, están siempre presentes.
Seguramente un marinero tenga muchas metas en su vida, por ejemplo, comprarse un barco o arreglar el que tiene, salir a navegar, hacer una ruta de varios días, etc., pero todo ello obedecerá a unos valores comunes como pueden ser: el contacto con la naturaleza, la calma o la libertad del mar.

3. No luchamos contra ningún enemigo
Lo que la persona experimenta no es el enemigo a batir. Lo traumático o agotador sería luchar por no sentir lo que se está sintiendo en ese momento.
Si durante el viaje del paciente nos encontramos por el camino con un calamar gigante o con Moby-Dick no intentaremos matarlos (porque además si lo hacemos los cabrearíamos mucho más).
Como buenos amantes de la naturaleza nos limitaremos a observar cómo se acercan a nosotros para acabar descubriendo que, poco a poco, hasta estos monstruos siguen su camino
4. Estamos en el mismo barco, pero no somos el capitán
Los psicólogos no somos ni el capitán del barco ni los salvavidas. No podemos rescatar a las personas de sus dificultades y del reto que les supone crecer. De hecho, hacerlo le privaría de poder desarrollarse y crecer como individuo.
Un psicólogo es un acompañante temporal durante un tramo del viaje. Nosotros podemos ayudar al paciente a ver de forma más clara su ruta de navegación, pero nunca tomaremos el timón por él.
Entendemos que a veces los pacientes se sientan tan perdidos que nos pidan que, por un tiempo, llevemos nosotros el timón. Sin embargo, si lo hiciésemos, les estaríamos privando de unas vivencias muy valiosas e importantes para ellos.

5. Es más importante navegar que hablar sobre cómo se navega
Es más importante hacer lo que se dice que decir lo que hay que hacer. Podemos hablar en consulta de aquello que hay que cambiar, pero es responsabilidad del paciente realizar los cambios una vez que cruza la puerta de nuestro despacho.
Es posible que, a veces, hacer algo diferente pueda ir de la mano del malestar. O que incluso lo que el psicólogo le plantea al paciente pueda resultarle poco razonable. Pero lo importante no es lo razonable que pueda ser o no ser algo, sino la utilidad que tiene en su vida.
No tiene nada que ver hablar sobre navegación que ponerse a navegar. Hasta que no entramos en contacto con el mar, las olas y sus corrientes no experimentamos la verdadera vivencia de la navegación. Así que, ¡manos al timón y a viajar!
6. Igual que el paciente, nosotros también nos podemos marear durante viaje
A veces durante el paseo en barco el paciente se siente atrapado, frustrado, confuso, asustado, enfadado o ansioso. Lo que el paciente no sabe es que ¡es justo así cómo tiene que sentirse!
Y, además, lo que tampoco suele saber la persona que viene a consulta, es que el psicólogo también se puede sentirse atrapado, confuso, asustado o enfadado. Si es así y el paciente lo nota, ¡enhorabuena! ¡tu paciente ha descubierto que también eres un ser humano y no una sirena de los mares!
Como seres humanos que somos, todos los tripulantes del barco tenemos permiso para experimentar emociones desagradables durante el trayecto. Hacerlo juntos, psicólogo y paciente, humaniza y dignifica este trabajo tan bonito que es la terapia psicológica.