Seguramente tras leer el título de esta entrada sobre ansiedad nocturna estarás pensando algo así como: “pero Andrea, ¡Qué cosas más extrañas me preguntas! ¿Cómo que con cuantas personas comparto la cama? ¡Qué más quisiera yo que compartirla con más personas! ¡Anda que no lo pasaríamos bien!”
Parece que la respuesta a esta pregunta es muy sencilla de resolver. La respuesta obvia es que la mayoría de los días no compartes la cama con nadie o quizás duermes con una persona a tu lado. Algunos padres podrán contestar que comparten su cama también con alguno de sus hijos (me refiero hijos humanos o peludos, incluyo aquí los hijos de cuatro patas).
Pero a veces las preguntas más sencillas pueden no llegar a tener respuestas tan obvias.

¿Qué es la ansiedad nocturna?
Pongámonos en situación. Acabas de meterte en la cama, miras un momento el móvil, lo dejas encima de tu mesilla y apagas la luz. Cierras los ojos y, de repente, como si de una carrera de fórmula uno se tratase empiezan a pasar por tu mente miles de pensamientos.
Tus pensamientos, que no vienen solos, te traen a la cama conversaciones y personas a las que no habías invitado. Y casi sin darte cuenta resulta que en lugar de estar durmiendo estas teniendo conversaciones imaginarias con tu jefe, tu cliente, tu pareja (a la que por cierto quizás tengas al lado y no se esté enterando de nada), tu hermano, tu madre, tu vecino, tu casero y hasta con el carnicero.
“Si es que yo no sé para qué hablo, la próxima vez no diré nada, que calladita estoy más guapa”, “seguro que piensa que soy idiota”, “¿Y si esta semana le llamo? hace mucho que no hablamos, quizás se ha enfadado”, “¿y si se muere?”, “¿y si me muero yo?” “no quiero morir, qué miedo por favor” “mi pobre abuela, en paz descanse, qué pena me dio cuando murió”.
De repente, y sin poder evitarlo, te das cuenta de que en tu cama… ¡sois mucha gente! Estáis tu pareja, tu perro, tu suegra, tu hermano, tu amigo, tu compañera de trabajo esa a la que no soportas, tu jefe al cual soportas mucho menos, tu médico y tu abuela, que en paz descanse.
Vaya, resulta que dormir con tanta gente no eran tan divertido como pensábamos… así es cómo funciona la ansiedad nocturna, invita pensamientos no deseados cuando intentamos que nuestra mente descanse.

¿Con cuantas personas compartes tu cama?
Visto lo visto, vuelvo a hacer la pregunta del principio ¿Con cuántas personas compartes tu cama? Quizás ahora la respuesta sea diferente a la que diste en un inicio.
Y ya que estamos, me voy a atrever a hacer alguna que otra pregunta más: ¿De cuántas plazas tendría que ser tu cama para alojar a tanta gente? Estas personas ¿En qué parte de la cama están? ¿A tu lado, encima de ti, entre tu pareja y tu? ¿Se quedan mucho tiempo? ¿Qué vas a hacer con ellas mientras estén acompañándote?
Y para terminar te hago una pregunta aún más terrorífica: ¿Alguna vez estabas haciendo algo muy agradable en la cama (solo o en pareja) y se ha presentado en tu cabeza y sin avisar alguna de estas personas queriendo molestar tu momento de intimidad?
No nos hagamos los sorprendidos. A ver si ahora, después de esta reflexión, nos vamos a dar cuenta de que resulta más sencillo de lo que creemos encontrar acompañantes de cama (aunque no sean los que nosotros deseamos). Ya nos avisaba de esto hace años el niño del sexto sentido: “no estamos solos”.
Nota de la autora: el término de “ansiedad nocturna” como tal no es un término científicamente correcto. No se trata de un trastorno diferente o fenómeno diferenciado de la ansiedad. En el artículo lo utilizo para hacer referencia al momento de antes de dormir, dónde intentamos relajarnos y no podemos, y en el cual la ansiedad suele hacerse vivible de forma más evidente.